Puede que "Relatividad" haya sido la materia más catastrófica de toda mi vida universitaria. No me queda claro en que proporción esto es culpa del profesor o de la disciplina en sí, pero si sé que hay algo de ambas partes. Ninguna materia hasta el momento me había hecho sentir tan profundamente vacío y desconcertado como esta, no tanto por los temas en si, sino por la forma en que se presentan y evalúan los mismos. De verdad que me cuesta encontrar adjetivos para describir la desolación que emana de cada instante de la clase y de cada palabra del libro. Sin embargo no todo es malo, esta materia (junto con otras experiencias este semestre) me han mostrado de forma clara e incontrovertible el bajísimo grado de afecto que puedo llegar a tenerle a una buena parte de la física teórica. Si hay un dios benevolente y amoroso este se asegurará de que la única curvatura de la que me tenga que ocupar después del curso sea la del cuerpo de una mujer. No se si sea yo demasiado estúpido o si el curso y el profesor lo hicieron inevitable, pero puedo afirmar con acritud que estos cuatro meses no han sido suficientes para comprender que tipo de sonrisa se enconde debajo del mostacho negro de la relatividad general.
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